¿Quién hizo el primer manga? ¿Desde cuándo se le llama manga? ¿Por qué ‘manga’ y no sólo ‘cómic’? La cultura popular nos conduce a que Osamu Tezuka fue el padre del manga. Y de cierta manera sí, quizá del formato que conocemos ahora. ¿Pero, por qué se percibe tan distinto el manga, en comparación con los cómics europeos u occidentales? Esto, querido otaku, viene de una tradición muy antigua, la cual voy a resumir muy brevemente para que no te me vayas.
Por allá, lejos, entre los siglos XVI y XVII, se popularizó en Japón un medio de difusión muy curioso: el Choju-giga. Eran grandes rollos de papel (de hasta 25 metros) en los que se dibujaban pequeñas historias con animales como protagonistas. Compartirlos era una dinámica sencilla, en la que el pueblo se reunía, y un monje les “leía” el pergamino. Porque has de saber que el Choju-giga sólo eran dibujos. Resultaba fácil transmitir una idea de esta manera, porque gran parte de la población era analfabeta. La temática muchas veces era la vida cotidiana o noticias de otros lugares; pero poco a poco se introdujeron otros temas, principalmente crítica social, tan sencillo como conejitos y sapitos burlándose de zorritos. Si algún aristócrata se daba por aludido, no podía hacer nada en su defensa, porque sólo eran dibujos “inocentes”.
Pero, aparte del motivo por el que eran dibujados, algo muy característico del Choju-giga, y que sigue presente en el manga de hoy en día, es el movimiento. Lo más importante en estas representaciones pictóricas era que los dibujos estuvieran realizando una acción, como si en cualquier momento fueran capaces de dar el siguiente paso.
Pasaron los años, y, con la popularidad del Choju-giga, era natural que se hicieran reproducciones para que las historias llegaran a muchos lugares de Japón. Pero imagínate calcar rollos de veintitantos metros de papel. Era una labor tediosa, y cara. Saltándome muchos medios de expresión artística que llegaron después, nos acercamos hasta el siglo XVIII, con la llegada del hombre a quien dedicamos este artículo. Katsushika Hokusai (31 de octubre de 1760 – 10 de mayo de 1849) fue uno de los autores más prolíficos, quizá no sólo de Japón, sino de toda la historia, precursor de la escuela del Ukiyo-E, una expresión artística que seguramente has visto muchas veces.
“Cien vistas del Monte Fuji” es uno de sus libros más conocidos
Verás: un buen día, el señor Hokusai pensó que el arte debía ser para todos. Para ese entonces, ya se había popularizado el hacer imágenes acompañadas de pequeños textos (una evolución del Chojo-giga), pero aún así era caro y tedioso calcarlos. Entonces, Hokusai se propuso hacer el trabajo más fácil para todos: convirtió sus dibujos en grabados, de manera que, con dos o tres sellos, pudieran hacer un cromo. Así, era más fácil producir muchísimas copias de un solo trabajo, abaratando los costos, y permitiendo que llegara a más personas. Esa accesibilidad, aunado a que Japón extendió sus lazos comerciales con varios países europeos, permitió que la influencia de Hokusai llegara a occidente. Al movimiento artístico impulsado por el arte de Japón se le llama japonismo (sí, en serio), y llegó a influir a grandes artistas, especialmente a muchos post-impresionistas. Pintores de la talla de Vincent Van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas, Toulouse-Lautrec, basaron muchas de sus obras en apuntes visuales de Hokusai. Rodin tenía gran colección de shunga (cromos de arte erótico), a partir de los cuales hacía bosquejos para sus esculturas.
Igualitos
Por supuesto que este arte llegó a México, influyendo a los artistas de la época, como José Guadalupe Posada quien, en sus caricaturas y grabados, plasmaba la cotidianidad con técnicas muy similares a las del artista japonés.
La genialidad de la obra de Hokusai radicaba en su increíble habilidad para plasmar el movimiento; y es que, si se pone atención, no es que sus dibujos de la figura humana fueran anatómicamente correctos, pero todos parecían moverse. Incluso sus apuntes de animales eran tan perfectos, que se le llegaron a atribuir cualidades sobrenaturales al buen pintor. Y no es para menos: pintar un ave en vuelo, en una época en la que no existían las cámaras fotográficas, era todo un hito.
No podemos hablar de Hokusai sin mencionar a Oei, su hija mayor, quien vivió con él toda su vida, se convirtió en su principal aprendiz, y también ayudó en muchas de las principales obras del pintor. La película Miss Hokusai trata, precisamente, de Oei; si no la has visto te la recomiendo ampliamente para aprender más de la historia de estos grandes artistas.
A lo largo de su vida, Hokusai y Oei juntaron un acervo de más de 5 mil obras. Como puedes imaginar, el maestro tenía muchos aprendices a su cargo, pero era difícil que todos le siguieran el paso a alguien que dibujaba casi desde que tenía uso de razón, por lo que, compadecido, el buen Hokusai dibujó muchos tomos recopilatorios de apuntes, trazos, lo que hiciera falta para que sus alumnos comprendieran. A estos tomos se les llamó Hokusai Manga.
¿Ya viste para dónde va esto?
El término manga está compuesto de los caracteres man (informal) y dibujo (ga), lo que podría traducirse como garabatos o dibujos sin sentido. Y el término nos ha acompañado hasta hoy en día. Como ya mencioné, muchos de estos cromos estaban acompañados por algún texto, o bien, retrataban ejemplos de la vida cotidiana de Japón. De alguna manera, todos narraban algo, desde historias épicas hasta cuentos de yōkai, con una narrativa tan eficiente que perduró a través de los años e influyó la manera en que los japoneses contaban sus historias.
Después de la muerte de Hokusai, el cambio repentino de la era Edo a la era Meiji trajo consigo un fuerte intercambio cultural; hablando específicamente de la narrativa gráfica, es muy claro que, aunque algunos artistas japoneses tomaron estilos de occidente, se conservó mucha de la esencia del manga, y la intención de narrar únicamente con las imágenes o con muy poco texto. Al pasar los años, Tezuka hizo lo que podría ser considerado el primer manga moderno, pero, el ‘por qué’ ese estilo de cómic evolucionó de manera tan distinta a la historieta en nuestro lado del charco, tiene mucho que ver con la influencia de Hokusai en el arte japonés. Hokusai también se preocupaba mucho por las expresiones, los distintos tipos de cuerpo, posturas, y sobre todo, el movimiento; gracias a esa herencia el manga siempre es dinámico y expresivo en cualquiera de sus géneros. Compara un manga actual con un cómic y seguro podrás apreciar todas estas diferencias.
Es común encontrarse referencias a Hokusai en nuestros mangas y animes preferidos. Uno de los que más recuerdo es en Rurouni Kenshin. En el capítulo 23 de la primera temporada, Sano se encuentra con uno de sus ex compañeros del Sekihotai, Katsuhiko Tsukioka, quien lleva una apacible vida como dibujante de Ukiyo-E. Corre a verlo en Netflix.
En la película Night is short, walk on girl, uno de los personajes es coleccionista de shunga y forma parte de un club que colecciona esta clase de arte. Le aplican una censura muy bonita. Aún no está disponible en nuestra zona, pero los chicos de Konnichiwa Fest trajeron esta película a Cinépolis hace unas semanas (y escribimos un artículo al respecto).
Recientemente me encontré esta serie, La historia gatuna de Japón, donde narran la historia del país, ¡con gatitos! Y hay un capítulo donde resumen muy bien lo que hizo Hokusai. Puedes ver esta serie en Crunchyroll.
El año pasado, Cinépolis tuvo en algunos de sus complejos el documental British Museum- Hokusai, beyond the Great Wave, un maravilloso recopilatorio de la colección de arte que está en el British Museum. Hasta ahora no he podido encontrar este documental, sólo hay un libro con el mismo título disponible en Amazon. Ojalá volviera a estar en cartelera, definitivamente es algo que cualquier fan del manga, y del arte, debe de ver.
Cuando Hokusai tenía ochenta y tantos años, su casa se incendió. Sólo pudo escapar él, su hija, y lo que tenían en las manos: sus respectivos pinceles. Muchos de sus originales se perdieron en ese incendio. Hokusai tomó el siniestro como una señal, y desde ese momento dejó de hacer Ukiyo-E. Se dedicó a hacer otro tipo de pinturas con nuevas técnicas.
Hokusai murió a los 89 años, y hasta ese momento, nunca dejó de pintar. Se dice que sus últimas palabras, fueron:
Si la vida me diera cinco años más, los usaría para volverme un verdadero artista.
Gracias por todo, Hokusai.
Agradecimientos especiales a Gaby Maya, veterana del manga y anime en México, por transmitirme sus conocimientos y el amor por este estilo de arte.
Imágenes:
Choju-giga de animales retozando, Museo Nacional de Kioto.
Gran ola de Kanagawa, Katsushika Hokusai, recuperado de Wikipedia.
Imagen comparativa, a la izquierda un apunte de Hokusai, y a la derecha una pintura de Edgar Degas, recuperado de Hokusai and japonisme, Museo Nacional de Arte Occidental de Ueno.
La Calavera Garbancera o La Calavera Catrina, José Guadalupe Posada.
Miss Hokusai (2015), Dir. Keiichi Hara.
Hokusai Manga Sketches, Museo Memorial de Arte Oota.
Rurouni Kenshin (1996), de Nobuhiro Watsuki.
Night is short, Walk on girl (2017), Dir. Masaaki Yuasa.
Neko Neko Nihonshi (2017), Dir. Tomohiro Kawamura, recuperado de Crunchyroll.
¿Quién hizo el primer manga? ¿Desde cuándo se le llama manga? ¿Por qué ‘manga’ y no sólo ‘cómic’? La cultura popular nos conduce a que Osamu Tezuka fue el padre del manga. Y de cierta manera sí, quizá del formato que conocemos ahora. ¿Pero, por qué se percibe tan distinto el manga, en comparación con los cómics europeos u occidentales? Esto, querido otaku, viene de una tradición muy antigua, la cual voy a resumir muy brevemente para que no te me vayas.
Por allá, lejos, entre los siglos XVI y XVII, se popularizó en Japón un medio de difusión muy curioso: el Choju-giga. Eran grandes rollos de papel (de hasta 25 metros) en los que se dibujaban pequeñas historias con animales como protagonistas. Compartirlos era una dinámica sencilla, en la que el pueblo se reunía, y un monje les “leía” el pergamino. Porque has de saber que el Choju-giga sólo eran dibujos. Resultaba fácil transmitir una idea de esta manera, porque gran parte de la población era analfabeta. La temática muchas veces era la vida cotidiana o noticias de otros lugares; pero poco a poco se introdujeron otros temas, principalmente crítica social, tan sencillo como conejitos y sapitos burlándose de zorritos. Si algún aristócrata se daba por aludido, no podía hacer nada en su defensa, porque sólo eran dibujos “inocentes”.
Pero, aparte del motivo por el que eran dibujados, algo muy característico del Choju-giga, y que sigue presente en el manga de hoy en día, es el movimiento. Lo más importante en estas representaciones pictóricas era que los dibujos estuvieran realizando una acción, como si en cualquier momento fueran capaces de dar el siguiente paso.
Pasaron los años, y, con la popularidad del Choju-giga, era natural que se hicieran reproducciones para que las historias llegaran a muchos lugares de Japón. Pero imagínate calcar rollos de veintitantos metros de papel. Era una labor tediosa, y cara. Saltándome muchos medios de expresión artística que llegaron después, nos acercamos hasta el siglo XVIII, con la llegada del hombre a quien dedicamos este artículo. Katsushika Hokusai (31 de octubre de 1760 – 10 de mayo de 1849) fue uno de los autores más prolíficos, quizá no sólo de Japón, sino de toda la historia, precursor de la escuela del Ukiyo-E, una expresión artística que seguramente has visto muchas veces.
“Cien vistas del Monte Fuji” es uno de sus libros más conocidos
Verás: un buen día, el señor Hokusai pensó que el arte debía ser para todos. Para ese entonces, ya se había popularizado el hacer imágenes acompañadas de pequeños textos (una evolución del Chojo-giga), pero aún así era caro y tedioso calcarlos. Entonces, Hokusai se propuso hacer el trabajo más fácil para todos: convirtió sus dibujos en grabados, de manera que, con dos o tres sellos, pudieran hacer un cromo. Así, era más fácil producir muchísimas copias de un solo trabajo, abaratando los costos, y permitiendo que llegara a más personas. Esa accesibilidad, aunado a que Japón extendió sus lazos comerciales con varios países europeos, permitió que la influencia de Hokusai llegara a occidente. Al movimiento artístico impulsado por el arte de Japón se le llama japonismo (sí, en serio), y llegó a influir a grandes artistas, especialmente a muchos post-impresionistas. Pintores de la talla de Vincent Van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas, Toulouse-Lautrec, basaron muchas de sus obras en apuntes visuales de Hokusai. Rodin tenía gran colección de shunga (cromos de arte erótico), a partir de los cuales hacía bosquejos para sus esculturas.
Igualitos
Por supuesto que este arte llegó a México, influyendo a los artistas de la época, como José Guadalupe Posada quien, en sus caricaturas y grabados, plasmaba la cotidianidad con técnicas muy similares a las del artista japonés.
La genialidad de la obra de Hokusai radicaba en su increíble habilidad para plasmar el movimiento; y es que, si se pone atención, no es que sus dibujos de la figura humana fueran anatómicamente correctos, pero todos parecían moverse. Incluso sus apuntes de animales eran tan perfectos, que se le llegaron a atribuir cualidades sobrenaturales al buen pintor. Y no es para menos: pintar un ave en vuelo, en una época en la que no existían las cámaras fotográficas, era todo un hito.
No podemos hablar de Hokusai sin mencionar a Oei, su hija mayor, quien vivió con él toda su vida, se convirtió en su principal aprendiz, y también ayudó en muchas de las principales obras del pintor. La película Miss Hokusai trata, precisamente, de Oei; si no la has visto te la recomiendo ampliamente para aprender más de la historia de estos grandes artistas.
A lo largo de su vida, Hokusai y Oei juntaron un acervo de más de 5 mil obras. Como puedes imaginar, el maestro tenía muchos aprendices a su cargo, pero era difícil que todos le siguieran el paso a alguien que dibujaba casi desde que tenía uso de razón, por lo que, compadecido, el buen Hokusai dibujó muchos tomos recopilatorios de apuntes, trazos, lo que hiciera falta para que sus alumnos comprendieran. A estos tomos se les llamó Hokusai Manga.
¿Ya viste para dónde va esto?
El término manga está compuesto de los caracteres man (informal) y dibujo (ga), lo que podría traducirse como garabatos o dibujos sin sentido. Y el término nos ha acompañado hasta hoy en día. Como ya mencioné, muchos de estos cromos estaban acompañados por algún texto, o bien, retrataban ejemplos de la vida cotidiana de Japón. De alguna manera, todos narraban algo, desde historias épicas hasta cuentos de yōkai, con una narrativa tan eficiente que perduró a través de los años e influyó la manera en que los japoneses contaban sus historias.
Después de la muerte de Hokusai, el cambio repentino de la era Edo a la era Meiji trajo consigo un fuerte intercambio cultural; hablando específicamente de la narrativa gráfica, es muy claro que, aunque algunos artistas japoneses tomaron estilos de occidente, se conservó mucha de la esencia del manga, y la intención de narrar únicamente con las imágenes o con muy poco texto. Al pasar los años, Tezuka hizo lo que podría ser considerado el primer manga moderno, pero, el ‘por qué’ ese estilo de cómic evolucionó de manera tan distinta a la historieta en nuestro lado del charco, tiene mucho que ver con la influencia de Hokusai en el arte japonés. Hokusai también se preocupaba mucho por las expresiones, los distintos tipos de cuerpo, posturas, y sobre todo, el movimiento; gracias a esa herencia el manga siempre es dinámico y expresivo en cualquiera de sus géneros. Compara un manga actual con un cómic y seguro podrás apreciar todas estas diferencias.
Es común encontrarse referencias a Hokusai en nuestros mangas y animes preferidos. Uno de los que más recuerdo es en Rurouni Kenshin. En el capítulo 23 de la primera temporada, Sano se encuentra con uno de sus ex compañeros del Sekihotai, Katsuhiko Tsukioka, quien lleva una apacible vida como dibujante de Ukiyo-E. Corre a verlo en Netflix.
En la película Night is short, walk on girl, uno de los personajes es coleccionista de shunga y forma parte de un club que colecciona esta clase de arte. Le aplican una censura muy bonita. Aún no está disponible en nuestra zona, pero los chicos de Konnichiwa Fest trajeron esta película a Cinépolis hace unas semanas (y escribimos un artículo al respecto).
Recientemente me encontré esta serie, La historia gatuna de Japón, donde narran la historia del país, ¡con gatitos! Y hay un capítulo donde resumen muy bien lo que hizo Hokusai. Puedes ver esta serie en Crunchyroll.
El año pasado, Cinépolis tuvo en algunos de sus complejos el documental British Museum- Hokusai, beyond the Great Wave, un maravilloso recopilatorio de la colección de arte que está en el British Museum. Hasta ahora no he podido encontrar este documental, sólo hay un libro con el mismo título disponible en Amazon. Ojalá volviera a estar en cartelera, definitivamente es algo que cualquier fan del manga, y del arte, debe de ver.
Cuando Hokusai tenía ochenta y tantos años, su casa se incendió. Sólo pudo escapar él, su hija, y lo que tenían en las manos: sus respectivos pinceles. Muchos de sus originales se perdieron en ese incendio. Hokusai tomó el siniestro como una señal, y desde ese momento dejó de hacer Ukiyo-E. Se dedicó a hacer otro tipo de pinturas con nuevas técnicas.
Hokusai murió a los 89 años, y hasta ese momento, nunca dejó de pintar. Se dice que sus últimas palabras, fueron:
Si la vida me diera cinco años más, los usaría para volverme un verdadero artista.
Gracias por todo, Hokusai.
Agradecimientos especiales a Gaby Maya, veterana del manga y anime en México, por transmitirme sus conocimientos y el amor por este estilo de arte.
Imágenes:
Choju-giga de animales retozando, Museo Nacional de Kioto.
Gran ola de Kanagawa, Katsushika Hokusai, recuperado de Wikipedia.
Imagen comparativa, a la izquierda un apunte de Hokusai, y a la derecha una pintura de Edgar Degas, recuperado de Hokusai and japonisme, Museo Nacional de Arte Occidental de Ueno.
La Calavera Garbancera o La Calavera Catrina, José Guadalupe Posada.
Miss Hokusai (2015), Dir. Keiichi Hara.
Hokusai Manga Sketches, Museo Memorial de Arte Oota.
Rurouni Kenshin (1996), de Nobuhiro Watsuki.
Night is short, Walk on girl (2017), Dir. Masaaki Yuasa.
Neko Neko Nihonshi (2017), Dir. Tomohiro Kawamura, recuperado de Crunchyroll.