La figura de la geisha es tan representativa de Japón, que si le preguntas a cualquier persona, que no sea otaku, de dónde provienen estas mujeres de cara blanca y maquillaje acentuado, muy seguramente acertarán.
Se dice que las geishas están casi extintas, pero aún hay un sector de Japón donde, si tienes suerte, o mucho dinero, puedes ver una. Sin embargo, en ocasiones muy especiales, es posible encontrar a estas místicas mujeres de manera fortuita.
Gion es un distrito de Kioto, conocido principalmente por sus calles con aire antiguo, riokan de cientos de años de antigüedad, y por ser el principal lugar de Japón en el que se pueden encontrar geishas y maikos. Hay cerezos de al menos doscientos años de edad, y no importa si es primavera u otoño, sus árboles te recibirán cálidamente, dando al paisaje el toque perfecto para enamorarte de él.
Hubo alguien que se enamoró de Gion, profundamente. Fue el escritor Yoshii Isamu, quien pasó sus últimos años viviendo en una montaña cercana a dicho distrito, y gran parte de su tiempo lo ocupaba visitando las casas de té, rodeado de maikos y geishas. Inmortalizó el nombre de aquel distrito en un poema, que tiene la forma tanka; es decir, un estilo poético moderno para versar en determinada cantidad de sílabas por cada oración o línea: 5-7-5-7-7. El Haiku, más tradicional, son tres líneas o versos, de 5-7-5 sílabas, respectivamente. Pero quizá esa cantidad no le alcanzaba a Yoshii Isamu, para describir su inmenso amor por Kioto.

Yoshii murió en 1960, a los 74 años. Sin embargo, las geishas no olvidarían a su adorado poeta. Es por eso que, aún a más de cincuenta años de su paso a la otra vida, las mujeres de Gion le siguen rindiendo homenaje a tan significativo artista.
Todos los 8 de noviembre, cerca del puente de Shirakawa, y a plena luz del día (cerca de las 11 de la mañana), puedes ver una procesión de geishas y maikos, que cargan flores. Flores para él, su poeta, quien las recordara e inmortalizara con sus letras. Generaciones de geishas siguen recordando aquel acto como muestra de la inmensa gratitud y, ¿por qué no? Muestra del amor por la belleza, tan característico de Japón. Yoshii amaba a las geishas y Gion, y ellas amaban sus letras.
Si caminas por esa calle, cerca del ya mencionado puente, podrás ver una piedra. Parece una lápida, más porque tiene una inscripción. Pero no, ahí no reposan los restos del poeta. Ahí reposa su tanka, el poema que le regaló a su amado Gion, a manera de un monumento que el tiempo ni las geishas permitirán que se olvide.
La procesión llega hasta esa piedra, y deposita delicadamente algunas flores, en bambúes huecos que hacen las veces de florero. Hacen una reverencia, leen el poema, y vuelven, misteriosas, etéreas, sobre sus pasos, para seguir transmitiendo los versos a las siguientes generaciones.
Muy probablemente esté todo rodeado de camarógrafos, curiosos, turistas, todo tipo de gente que aprovecha la ocasión para estar cerca de una geisha de verdad. Pero ellas no se inmutan. Realizan su ceremonia, apacibles y serenas, con la solemnidad digna del más inmenso respeto.
Es por eso que hoy, que coincide la fecha, también compartimos con ustedes este breviario cultural, la ocasión de ver geishas si van a Japón en temporada baja; y cómo no, el poema que Yoshii Isamu le dedicó a Gion: Kanikakuni
かにかくに
Ka ni kaku ni
祇園はこひし寝
Gion ha koishi
ぬ)るときも
nuru toki mo
枕のしたを
makura no shita wo
水のながるる
mizu no nagaruru
No importa lo que digan
Amo Gion profundamente
Aún en mis sueños
El sonido del agua
Fluye por debajo de mi almohada
Fotos por Yakio
Imagen de portada tomada del blog Doit Viaggi