Veinte años de Ocarina of Time

Hace veinte años que tocó tierras americanas el que sería considerado, aún hasta nuestros días, como el mejor juego de la historia.

En aquel momento, ya teníamos un par de años con nuestras manos puestas sobre el control del Nintendo 64, la fantástica y revolucionaria consola con la que muchos crecimos. Mi N64 llegó un día de agosto, en 1997, sin ningún motivo en especial: no era mi cumpleaños, tampoco Navidad, ni era premio de la escuela. Simplemente lo deseaba y mis padres me pusieron a prueba una temporada con un NES prestado. Ese N64 demostró que superé el reto.

Fue mi papá quien me habló por primera vez de The Legend of Zelda. Ya habíamos jugado Mario 64 y Banjo Kazooie, con esa nueva manera de disfrutar las plataformas tridimensionales bien aprendida. Aún no sé de dónde salió la idea de aquel espadachín vestido de verde, que comenzaba su aventura como un niño y terminaba como un hombre, pero me encantó la idea de jugarlo. Tras comprarme varias revistas donde lo anunciaban, finalmente, en la Navidad de 1998, lo tuve en mis pequeñas manos.

Dicho sea de paso, había un comercial de aquel año que aún me sé, ¿alguien lo recuerda?

Volviendo a lo que nos atañe, The Legend of Zelda: Ocarina of Time, fue tan revolucionario como lo fue el primer título de la saga en su momento. Ya no estábamos ante una interfaz a través de la cual podías entrar a varios mundos que “completar”: se extendía ante nosotros un maravilloso mundo que, aparentemente, podíamos explorar en su totalidad, con terrenos y geografías distintas, con personas que habitaban ese mundo y eran directamente afectadas por tus acciones.

Ocarina of Time fue el primer proyecto en el que Eiji Aonuma participó como director de la saga, en conjunto con Shigeru Miyamoto y otros talentos de la época.  Para esta entrega, el diseño de Link cambió drásticamente, de la apariencia de “hombrecillo” que tenía en las primeras entregas de la saga, para ser un adolescente apuesto y estoico, que combatía a la primer encarnación terrenal de la maldad pura: Ganondorf. Las imágenes promocionales de este fabuloso y prometedor encuentro encendieron toda la fantasía posible, todo aquello que podíamos soñar de niños se hacía realidad empuñando una espada.

Este juego es considerado casi perfecto tanto por su historia, su narrativa, su divertida jugabilidad, lo volvieron un clásico instantáneo que todo gamer debe jugar alguna vez en su vida. Puedes disfrutar la versión remasterizada para 3DS, si es que no tienes la oportunidad de jugarlo en su formato original.

Extra: Este comercial rodaba por la tv abierta un par de meses después de su estreno, ¿alguien más lo recuerda?


Imágenes:

The Legend of Zelda: Ocarina of Time (Nintendo)

Hace veinte años que tocó tierras americanas el que sería considerado, aún hasta nuestros días, como el mejor juego de la historia.

En aquel momento, ya teníamos un par de años con nuestras manos puestas sobre el control del Nintendo 64, la fantástica y revolucionaria consola con la que muchos crecimos. Mi N64 llegó un día de agosto, en 1997, sin ningún motivo en especial: no era mi cumpleaños, tampoco Navidad, ni era premio de la escuela. Simplemente lo deseaba y mis padres me pusieron a prueba una temporada con un NES prestado. Ese N64 demostró que superé el reto.

Fue mi papá quien me habló por primera vez de The Legend of Zelda. Ya habíamos jugado Mario 64 y Banjo Kazooie, con esa nueva manera de disfrutar las plataformas tridimensionales bien aprendida. Aún no sé de dónde salió la idea de aquel espadachín vestido de verde, que comenzaba su aventura como un niño y terminaba como un hombre, pero me encantó la idea de jugarlo. Tras comprarme varias revistas donde lo anunciaban, finalmente, en la Navidad de 1998, lo tuve en mis pequeñas manos.

Dicho sea de paso, había un comercial de aquel año que aún me sé, ¿alguien lo recuerda?

Volviendo a lo que nos atañe, The Legend of Zelda: Ocarina of Time, fue tan revolucionario como lo fue el primer título de la saga en su momento. Ya no estábamos ante una interfaz a través de la cual podías entrar a varios mundos que “completar”: se extendía ante nosotros un maravilloso mundo que, aparentemente, podíamos explorar en su totalidad, con terrenos y geografías distintas, con personas que habitaban ese mundo y eran directamente afectadas por tus acciones.

Ocarina of Time fue el primer proyecto en el que Eiji Aonuma participó como director de la saga, en conjunto con Shigeru Miyamoto y otros talentos de la época.  Para esta entrega, el diseño de Link cambió drásticamente, de la apariencia de “hombrecillo” que tenía en las primeras entregas de la saga, para ser un adolescente apuesto y estoico, que combatía a la primer encarnación terrenal de la maldad pura: Ganondorf. Las imágenes promocionales de este fabuloso y prometedor encuentro encendieron toda la fantasía posible, todo aquello que podíamos soñar de niños se hacía realidad empuñando una espada.

Este juego es considerado casi perfecto tanto por su historia, su narrativa, su divertida jugabilidad, lo volvieron un clásico instantáneo que todo gamer debe jugar alguna vez en su vida. Puedes disfrutar la versión remasterizada para 3DS, si es que no tienes la oportunidad de jugarlo en su formato original.

Extra: Este comercial rodaba por la tv abierta un par de meses después de su estreno, ¿alguien más lo recuerda?


Imágenes:

The Legend of Zelda: Ocarina of Time (Nintendo)

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